lunes, 18 de febrero de 2013

Cuando uno hojea El jardín curioso, de Peter Brown, produce verdadero placer encontrarse con una historia sensible, ecológica e inteligente.
 
Peter Brown convierte las flores y plantas en símbolo de generosidad y belleza, lo cual no tiene nada de inesperado, pues el narrador guarda en la memoria los bosques de Hopewell, Nueva Jersey, escenario de su infancia.
El autor nos embarca con gran naturalidad en un relato sencillo: Liam, un chico al que le encanta callejear, habita en una ciudad industrial, sin vegetación de ninguna clase.
Un buen día, Liam descubre un macizo de flores silvestres. Gracias a sus cuidados, se produce el milagro, y la mata empieza a crecer y a extenderse.
Musgos, hierbas, flores y arbustos acaban adueñándose de los rincones más escondidos e inaccesibles, de suerte que toda la ciudad empieza a adquirir las tonalidades de la primavera.
Sin embargo, la lección del cuento es más personal, porque ese jardín que prolifera e invade calles y tejados también modifica el espíritu de los habitantes de la ciudad.
Así, una espontánea legión de jardineros se convierte en responsable de ese manto multicolor, y lo atiende como si el cuidado de las plantas fuera el arte más noble que uno puede elegir a estas alturas del siglo.
A su modo, Brown refleja una utopía fácil de asimilar por parte de los más pequeños.
Hay una generosidad deliberada que la propia fábula parece reclamar desde su interior. No en vano, es posible ver la iniciativa de Liam como parte de un plan general que transforma esa ciudad y contaminada en una cálida comunidad, auténtica, creativa y también original.
Brown triunfa en todos los aspectos. Al encararse con su tarea como ilustrador, demuestra un gran dominio del dibujo y una estupenda homogeneidad en el uso de los colores. De hecho, las perspectivas urbanas, a medida que el jardín prolifera y desborda sus límites, se inundan de matices y transmiten una clara sensación de optimismo, muy característica de esta obra.
La inventiva de este precioso álbum parece capaz de allanar cualquier dificultad de compresión. Es más: al completar su lectura, un toque de ternura se sobrepone a principios tan necesarios como la defensa del medio, el civismo y el esfuerzo personal.
                                                                                    os lo recomiendo: Menchu

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